El 7 de junio, el Pleno de Novelda votó a favor de la propuesta de Compromís de garantizar la igualdad en el trabajo y avanzar en la reducción de la jornada laboral sin pérdida salarial como medida para favorecer la conciliación con la vida familiar o el ocio, la felicidad de las personas trabajadoras y, en consecuencia, su productividad. Cabe recordar que España es el país europeo donde más horas se trabaja, sin embargo el valor añadido producido es inferior al de los países vecinos.
Sorprende que la aprobación se produjera con solo tres votos contra uno. Si bien lo importante es que saliera adelante, resulta difícil de entender que el PSOE se pusiera de perfil absteniéndose por la medida que insta a avanzar hacia una reducción de la jornada laboral, una política que ya están impulsando los gobiernos valenciano y estatal liderados por este mismo partido.
Mención especial merece -en realidad no la merece, pero lo comentaré igualmente- el único voto en contra; para Vox da igual que se trate de igualdad de género, de igualdad en el ámbito laboral, de igualdad LGTBIQ+ o de violencia machista; ellos solo necesitan taparse con su bandera para votar contra los derechos de las minorías, de personas vulnerables, de las mujeres, de gays, trans o lesbianas o cualquiera que no encaje en su patrón y también, por qué no, de la clase trabajadora. Quienes defienden a los poderosos no necesitan leyes igualitarias ni quieren la igualdad.
Hay quien dice que son cosas de Nomdedéu (nuestro Secretario Autonómico de Empleo) o incluso de Errejón, pero esta iniciativa no es un capricho u ocurrencia de nadie sino una tendencia que avanza con fuerza en nuestro entorno y fuera, argumentada y respaldada por evidencias empíricas. Empresas diversas de Elx, Alacant, Barcelona, Madrid o Jaén, de Japón, Estados Unidos o Suecia, países enteros como Francia o Bélgica han apostado, en distintas modalidades, por reducir la jornada laboral para mejorar la vida de las personas pero también mirando por su economía, aunque pueda parecer contradictorio. Hace solo unos días el Reino Unido ocupaba los titulares con una prueba piloto durante medio año que involucrará a 70 empresas de 30 sectores diferentes y más de 3.300 personas que trabajarán 32 horas en cuatro días con el mismo sueldo.
Ojalá pronto podamos pensar a qué dedicar ese día extra: ayudar, leer, viajar, compartir con otras personas, hacer política o simplemente descansar sin recordar debates estériles o posturas tibias. Estamos ante una propuesta sensata y trabajada que merece ser estudiada y también que se le dé una oportunidad con una prueba piloto.
Carles Sala Penalva
Regidor Compromís per Novelda